Aunque el bloque de Obama y neoconservadores lograron el
pasado mes de junio juntar los votos para aprobar la autorización de la fast
track, el mega-acuerdo Transpacífico (TPP) todavía tiene que enfrentar en el
Congreso y en la opinión pública a la poderosa y creciente oposición.
De ahí que, pese a
la apabullante campaña propagandística mundial de que el TPP ya se cocinó, el
ex -representante comercial estadounidense (Clayton Yeutter), lo mismo que
destacados legisladores y analistas pro-TLC declaran que ni siquiera está claro
que los negociadores puedan alcanzar en la próxima reunión de Hawai un acuerdo
final, ni mucho menos ganar la votación, y empiezan a ver un riesgo de que el
TPP no pase.[1]
En este contexto, el
Representante Sander Levin, líder de los Demócratas en el relevante Comité de
Medios y Arbitrios, de responsabilidad trascendente sobre tratados de libre
comercio, acaba de retomar el tema de balance sobre los derechos laborales bajo
20 años de TLCAN y su importancia para el debate de las reglas del Proyecto de
Acuerdo Trans-Pacífico (TPP). Por su importancia política, anexamos la versión
en español de la mencionada declaración.
El trasfondo de la
discusión no es únicamente la carencia de derechos laborales en México (o
Vietnam) que por el momento enfatiza el legislador Levin, sino la preocupante
continuidad de su repercusión negativa sobre los trabajadores de los tres
países. Recordemos, que hace 22 años en la Ciudad de Zacatecas, en la reunión
trinacional de redes sociales sobre el proyecto TLCAN, se presentaron
contundentes argumentos sobre los previsibles impactos negativos para los
trabajadores, bajo un Tratado cuyas reglas habían sido escritas y negociadas en
secreto precisamente para favorecer al poder corporativo. Más tarde, la
mezquina respuesta gubernamental fue regalarle a la sociedad promesas laborales
y ambientales en acuerdos paralelos de adorno, sin fuerza jurídica.[2]
En 20 años, bajo el
TLCAN, las estadísticas oficiales muestran que en EEUU se han perdido cerca de
5 millones de empleos en el sector manufacturero, 28.1% de los empleos de 1994
(una pérdida de 2.3 millones de empleo en la producción de bienes durables, y
2.4 millones en la producción de bienes No durables) y cerca de 57 mil fábricas
cerraron.En Canadá la perdida de empleos fue menor, y en México hubo un ligero
aumento. Véase detalles abajo [3].
Reconocidos
analistas estadounidenses ubican esta pérdida de empleos en EEUU, como parte de
una política fracasada de “dejar hacer, dejar pasar” del capitalismo estadounidense. Uno de esos
críticos, el Dr. Paul Craig Roberts ex director adjunto del Tesoro, escribió:
“El uno por ciento de la población (de EEUU) han llevado a cabo una
revolución económica y política.
Mediante la reubicación en ultramar de la producción manufacturera
y el empleo de servicios profesionales, las corporaciones estadounidenses
destruyeron el crecimiento del ingreso de los consumidores, la base de la
economía de EE.UU., dejando a la mayor parte de la población sumidos en la
deuda” (énfasis añadido).[4]
Por su parte, la
ultraderecha “libre mercado” estadounidense, ayer promotora del TLCAN y hoy del
TPP y del acuerdo TrasAtlántico (TIPP), rechazan la tesis de pérdida del empleo
por su reubicación en otros países, bajo las reglas desreguladoras de los TLCs
y se unen a la campaña mediática del gobierno de Obama que trata de convencer a
la opinión pública de un supuesto renacimiento del empleo en la manufactura,
mediante la ampliación y profundización de los megatratados.[5] (Peterson
Institute for International Economics, y el Cato Institute como ejemplos de
conocidos ideólogos neoliberales).
La batalla sobre la
continuidad de los indicadores de la crisis o de los signos de mejora entraña
parte de los argumentos políticos favorables o contrarios a la aprobación o
rechazo del TPP en el Congreso. En ese contexto destaca la permanente crítica y
argumentos del renombrado economista Walter J. (John) Williams del sitio
Shadowstats que exhibe la manipulación oficial de las estadísticas, entre ellas
las de desempleo-crecimiento (23% de desempleo calculado independientemente por
Williams contra el 5.3%. dato oficial).[6]
De lado de la
crítica y propuesta de cambio la reconocida fundación Información tecnológica e
innovación destroza “El mito del renacimiento de la manufactura de América: el
estado real de la Manufactura de los Estados Unidos.” Señala que el análisis de
los datos disponibles de la fuerza de trabajo, del valor real añadido, así como
de la productividad no respaldan las cuentas alegres, ni la seriedad de los
supuestos teóricos en que se basan las expectativas.[7]
Un ejemplo de la
problemática del modelo es la conducta y estrategia de la empresa
“estadounidense” estrella, Apple, con 40 mil empleados en EEEUU y 700 mil o más
en su cadena de proveedores y producción en el extranjero, y campeona evasora
fiscal y violadora de los derechos humanos y laborales. Apple sostiene la
"convicción central" de que las instalaciones de producción en el
extranjero ofrecen la escala, la flexibilidad, la diligencia y los trabajadores
calificados que las fábricas de EU ya no son capaces de igualar”, palabras de
un alto ejecutivo.
"Alguna vez las empresas sintieron la obligación de apoyar a los
trabajadores estadounidenses, aun cuando no era la mejor opción financiera",
dijo Betsey Stevenson, el jefe de economistas del Departamento de Trabajo hasta
el mes de septiembre de 2012. "Eso ha desaparecido. Las
ganancias y la eficiencia han superado la generosidad". [8]
Si, Respeto a los Derechos Laborales. Sin embargo,
los tratados de libre comercio no sirven para obligar a que se respeten.
Saludable la demanda
del representante Sander Levi. La exigencia de respeto a los derechos laborales
en los países que participan en las negociaciones del TPP es una justa demanda
que se ha estrellado ante el muro neoliberal, no únicamente en México o
Vietnam, sino en los propios Estados Unidos. 20 años de exhibición de la
inutilidad del Acuerdo de Cooperación Laboral Paralelo del TLCAN, ha sido
también un período de auge de explotación y ganancias para las trasnacionales
mediante la complicidad entre el régimen político de México-EEUU-Canadá. [9]
La denuncia de los
sindicatos independientes mexicanos sobre los contratos de protección (95% de
los contratos existentes) y de la violación sistemática de los derechos
laborales por parte del gobierno y las empresas extranjeras, predominantemente
estadounidenses y canadienses bajo la protección del TLCAN, tiene vieja data y
ha sido chispa de la campaña internacional contra los contratos de protección,
lo mismo que de numerosos comunicados de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT). [10]
El pasado mes de
junio de este año en Ginebra, los sindicalistas independientes mexicanos y el
apoyo solidario internacional de otras centrales, volvieron a denunciar estas
flagrantes y reiteradas violaciones del gobierno mexicano a los compromisos
internacionales. En respuesta la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
pidió al gobierno que publique, sin demora, los registros y estatutos
sindicales por las juntas de Conciliación y Arbitraje de los 31 estados y
también demandó a México que cumpla el convenio 87, referente a la libertad
sindical.[11]
Sin embargo, y
con un cinismo increíble, pero revelador de la complicidad de la institución y
del propio Secretario de trabajo mexicano, Alfonso Navarrete Prida, regresando
a México afirmó que “no hay ningún interés de Estado
alguno de la República por tener contratos de protección”. Por el
contrario, aseguró, “el interés de México es contar con sindicatos y empresas fuertes,
capacitadas y competitivas que atraigan inversiones y garanticen los derechos
laborales en un trabajo digno y decente”…“Acabamos de venir de Ginebra,
(donde) combatimos algo que era falso, una queja falsa sin sustento realizada
en este sentido en el seno de la Organización Internacional del Trabajo”.
Se quejan “con la finalidad de evitar la firma del Acuerdo Estratégico
Transpacífico de Asociación Económica (TPP), se han emitido quejas falsas que
responden a intereses distintos al desarrollo de la región, sobre los llamados
“contratos de protección” en México.[12]
Sin embargo, a la
“falsa queja” de los sindicalistas, la OIT, la Comisión de Cooperación Laboral
(del TLCAN) y la Cámara Internacional de Comercio acordaron en breve enviar a
México una comisión para verificar la existencia de contratos de protección en el
país, informó la UNT. Veremos con que otra frase cínica responden los
funcionarios responsables de vigilar el cumplimiento de los derechos laborales
Mientras tanto, el
gobierno de Vietnam, muy señalado por sindicalistas independientes y
funcionarios de OIT como violador sistemático de los derechos humanos[13], acaba de firmar en Washington una
Declaración de Visión Conjunta Vietnam-EEUU, donde se compromete a “llevar a cabo cualquier reforma que sean necesarias para cumplir
con los altos estándares del acuerdo TPP, incluyendo si es necesario con
respecto a los compromisos relativos a la Declaración de 1998 de la OIT de
Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo”.[14]
Así quedó plasmado
en la Declaración. No obstante, es difícil olvidar que los dirigentes
vietnamitas han sido capaces de ir un paso delante de la estrategia
estadounidense, y vencer. ¿Por qué no considerar que la dirigencia vietnamita
puede usar la misma estrategia del gobierno de EEUU, de exigir el respeto de
los derechos laborales, derechos humanos, o a la democracia, pero hacer poco o
lo contrario?
No obstante, no todo
se reduce al respeto de los derechos laborales en Vietnam, o en todo país.
Pero, sí, es un gran tema en la batalla estratégica contra los mega-tratados
tóxicos corporativos que se libra en el Congreso de los EEUU y otros espacios.
Ni hay ni última palabra, ni última batalla.
Ciudad de México
20/07/2015
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