Por
causas que van desde temporales y mar gruesa, hasta eventos catastróficos como
colisiones y varaduras, cada año una cantidad de contenedores cae al mar desde
los buques que los transportan y se pierden.
Pero,
¿cuántos se pierden realmente cada año? Se trata de una pregunta
frecuente, pero muy difícil de responder.
Una rápida búsqueda en Google sugerirá una gama de cifras variables y no confirmadas que pueden oscilar desde un par de cientos hasta 10,000 al año.
Un informe que ha sido ampliamente aceptado como la mejor estimación, fue el presentado en 2011 por el Consejo Mundial de Transporte Marítimo (WSC por sus siglas en inglés), fruto de una encuesta entre sus compañías miembros, que representan el 90% de la capacidad mundial de buques portacontenedores.
Una rápida búsqueda en Google sugerirá una gama de cifras variables y no confirmadas que pueden oscilar desde un par de cientos hasta 10,000 al año.
Un informe que ha sido ampliamente aceptado como la mejor estimación, fue el presentado en 2011 por el Consejo Mundial de Transporte Marítimo (WSC por sus siglas en inglés), fruto de una encuesta entre sus compañías miembros, que representan el 90% de la capacidad mundial de buques portacontenedores.
En esa
oportunidad se presentaron datos correspondientes a los años 2008, 2009 y 2010.
Recientemente, la organización efectuó un nuevo relevamiento entre sus miembros
para elaborar un informe actualizado, que incluye cifras de los últimos tres
años. He aquí los resultados:
Contenedores perdidos 2008-2013
Combinando el período de seis años que va de 2008 a 2013, la WSC estimó en 546 la cantidad promedio de contenedores perdidos anualmente, sin contar aquellas ocasionadas por eventos catastróficos. Al incluir este último tipo de causales, el promedio se eleva a 1.679 contenedores perdidos por año, en el período analizado.
Las pérdidas se van incrementando
En el relevamiento dado a conocer 2011, la WSC estimó en 350 el número de contenedores perdidos por año en el período 2008-2010, sin contar los perdidos por eventos catastróficos. La cantidad se elevaba a un total de 675 anuales, si se tenían en cuenta las pérdidas por eventos catastróficos.
En cambio, según el informe 2014, que incluye datos del período 2011-2013, se han perdido en promedio 733 contenedores anuales, por causas que excluyen los eventos catastróficos. Si se consideran también las pérdidas por este tipo de eventos, el promedio anual total se eleva a 2.683 contenedores durante los tres años considerados, lo que implica un crecimiento del 297% en las pérdidas respecto del trienio precedente.
Eventos catastróficos excepcionales
El informe hace notar que el incremento de pérdidas registradas durante el período 2011-2013 son el resultado de dos eventos catastróficos excepcionales: el hundimiento del “MOL COMFORT” en el Índico en 2013, y la varadura del MV “RENA” ocurrido sobre un arrecife frente a Nueva Zelanda en 2011.
Solo el hundimiento del “MOL COMFORT” produjo la pérdida de 4.293 contenedores, constituyéndose en la mayor registrada en la historia de los buques portacontenedores.
Contenedores perdidos 2008-2013
Combinando el período de seis años que va de 2008 a 2013, la WSC estimó en 546 la cantidad promedio de contenedores perdidos anualmente, sin contar aquellas ocasionadas por eventos catastróficos. Al incluir este último tipo de causales, el promedio se eleva a 1.679 contenedores perdidos por año, en el período analizado.
Las pérdidas se van incrementando
En el relevamiento dado a conocer 2011, la WSC estimó en 350 el número de contenedores perdidos por año en el período 2008-2010, sin contar los perdidos por eventos catastróficos. La cantidad se elevaba a un total de 675 anuales, si se tenían en cuenta las pérdidas por eventos catastróficos.
En cambio, según el informe 2014, que incluye datos del período 2011-2013, se han perdido en promedio 733 contenedores anuales, por causas que excluyen los eventos catastróficos. Si se consideran también las pérdidas por este tipo de eventos, el promedio anual total se eleva a 2.683 contenedores durante los tres años considerados, lo que implica un crecimiento del 297% en las pérdidas respecto del trienio precedente.
Eventos catastróficos excepcionales
El informe hace notar que el incremento de pérdidas registradas durante el período 2011-2013 son el resultado de dos eventos catastróficos excepcionales: el hundimiento del “MOL COMFORT” en el Índico en 2013, y la varadura del MV “RENA” ocurrido sobre un arrecife frente a Nueva Zelanda en 2011.
Solo el hundimiento del “MOL COMFORT” produjo la pérdida de 4.293 contenedores, constituyéndose en la mayor registrada en la historia de los buques portacontenedores.
El “RENA” por su parte, perdió alrededor de 900
contenedores en el proceso de varadura y posterior partimiento del barco.
Estos dos acontecimientos explican la mayor parte del incremento en las pérdidas.
Estos dos acontecimientos explican la mayor parte del incremento en las pérdidas.
El cuadro
general
Aun cuando pueda considerarse que se trata de un nivel de pérdidas grande, la cifra de contendores perdidos por año está muy lejos de la de 10.000 que circula ampliamente como dato, y que el WSC tilda en su informe de “infundada y groseramente inexacta”.
Aun cuando pueda considerarse que se trata de un nivel de pérdidas grande, la cifra de contendores perdidos por año está muy lejos de la de 10.000 que circula ampliamente como dato, y que el WSC tilda en su informe de “infundada y groseramente inexacta”.
Asimismo, cuando se tiene en consideración que en 2013
las líneas navieras internacionales transportaron aproximadamente 120
millones de contenedores con cargas valuadas en unos cuatro billones de
dólares, los números no parecen tan malos.
Aun así, toda pérdida de contenedores en el mar es una pérdida que los transportadores procuran evitar, pues no solo implican potenciales riesgos para el ambiente y la seguridad de la navegación, sino pérdidas económicas de la carga y por el gasto en las tareas de recuperación, como las que debieron encararse en el reciente caso del “Svendborg Maersk”.
“Cada contenedor perdido es algo que la industria preferiría evitar. El informe actualizado no solo provee información más precisa y actual sobre el tema, sino que identifica las iniciativas adoptadas por la industria para ayudar a incrementar la seguridad de los contenedores y evitar tales pérdidas. Y aunque nadie pude eliminar los desafíos del mal tiempo o el riesgo de accidentes de buques en el mar, es necesario la cooperación entre todos aquellos que cargan, manipulan, pesan, estiban y aseguran los contenedores, para incrementar la seguridad”, sostuvo Chris Koch, presidente y CEO del WSC.
Aun así, toda pérdida de contenedores en el mar es una pérdida que los transportadores procuran evitar, pues no solo implican potenciales riesgos para el ambiente y la seguridad de la navegación, sino pérdidas económicas de la carga y por el gasto en las tareas de recuperación, como las que debieron encararse en el reciente caso del “Svendborg Maersk”.
“Cada contenedor perdido es algo que la industria preferiría evitar. El informe actualizado no solo provee información más precisa y actual sobre el tema, sino que identifica las iniciativas adoptadas por la industria para ayudar a incrementar la seguridad de los contenedores y evitar tales pérdidas. Y aunque nadie pude eliminar los desafíos del mal tiempo o el riesgo de accidentes de buques en el mar, es necesario la cooperación entre todos aquellos que cargan, manipulan, pesan, estiban y aseguran los contenedores, para incrementar la seguridad”, sostuvo Chris Koch, presidente y CEO del WSC.
Esta por demás comentar que el aseguramiento de cada carga es primordial y es simplemente una parte importante del proceso logístico que se debe cumplir.
Miles de barcos de mercancías pierden
cada año parte de su carga, que se deposita en el fondo del océano.
Investigadores del Acuario de la Bahía de Monterrey han hecho el seguimiento de
uno de estos contenedores desde el año 2004 para estudiar el impacto de estos
vertidos en el fondo oceánico.
En febrero de 2004, el barco de mercancías
taiwanés Med Taipeinavegaba frente a las costas de California cuando un
fuerte temporal soltó 24 de sus contenedores en cubierta y lanzó 15 de
ellos al mar.
Cuatro meses después, los científicos del Acuario de la
Bahía de Monterrey (MBARI) realizaban una inspección rutinaria del fondo
del océano con un vehículo robótico cuando localizaron uno de estos
contenedores a 1.300 metros de profundidad.
Durante los últimos diez años, este contenedor lleno de ruedas de coche ha permanecido en el lecho oceánico cambiando las condiciones del entorno y el equilibrio entre las distintas formas de vida. En marzo de 2011, otro equipo de investigadores del MBARI descendió de nuevo hasta el lugar para documentar los efectos de este vertido en el fondo del mar durante siete años.
Su estudio, publicado en la revista Marine Pollution Bulletin, describe las diferencias entre la comunidad de animales que se ha instalado junto al contenedor y las que viven en el fondo.
Durante los últimos diez años, este contenedor lleno de ruedas de coche ha permanecido en el lecho oceánico cambiando las condiciones del entorno y el equilibrio entre las distintas formas de vida. En marzo de 2011, otro equipo de investigadores del MBARI descendió de nuevo hasta el lugar para documentar los efectos de este vertido en el fondo del mar durante siete años.
Su estudio, publicado en la revista Marine Pollution Bulletin, describe las diferencias entre la comunidad de animales que se ha instalado junto al contenedor y las que viven en el fondo.
Cuando uno de estos contenedores cae al fondo
del mar se convierte en poco tiempo en una especie de arrecife artificial.
Sobre sus paredes metálicas se han instalado algunas especies de gusanos tubulares,
vieiras, caracoles y tunicados. Una de las sorpresas de los investigadores es
que las paredes del contenedor están menos oxidadas de lo esperado, lo que
atribuyen a las bajas temperaturas y la baja concentración de oxígeno. La otra
observación inesperada es la ausencia de especies que se instalan en los
arrecifes cercanos, como esponjas y corales.
Los científicos aún no saben si
atribuirlo al poco tiempo transcurrido o al recubrimiento de pintura del
contenedor, al que estas especies podrían ser sensibles.
Los investigadores también han observado
cambios en el entorno más cercano del contenedor, donde se da una concentración
de depredadores inusual y ha descendido la diversidad de especies. En esta
zona aparecen caracoles del género Neptunea y algunos tipos de
cangrejos y escasean otras especies de animales filtradores que sí son
frecuentes en esta profundidad.
El contenedor, resume el estudio, ha provocado cambios al proveer de una superficie a especies que necesitan adherirse, se ha convertido en un obstáculo para las corrientes locales, ha atraído a más depredadores y puede ser un posible foco de materiales tóxicos. Por fortuna, los 1.159 neumáticos de coche que hay en su interior no han salido al exterior, lo que habría provocado un efecto mayor. Cada año se vierten al mar miles de contenedores como éste (algunas fuentes estiman que unos 10.000) y muchos de ellos contienen sustancias más peligrosas, como batería so pesticidas, lo que tiene un impacto mucho mayor en el ambiente.
Los científicos creen que las rutas marítimas por las que circulan estos grandes mercantes podrían estar sufriendo un gran impacto ecológico por estos vertidos. Algunos de los efectos, advierten, podrían tardar en aparecer décadas, y debido a sus características pueden tardar siglos en desaparecer.
"Solo hemos empezado a caracterizar el potencial impacto a largo plazo de un solo contenedor en hábitat del fondo del mar", asegura Josi Taylor, líder del estudio. "Aunque los efectos de un solo contenedor pueden parecer pequeños, los miles de contenedores que se pierden cada año en el fondo oceánico podrían terminar convirtiéndose en una fuente importante de contaminación de los ecosistemas del fondo del mar".
El contenedor, resume el estudio, ha provocado cambios al proveer de una superficie a especies que necesitan adherirse, se ha convertido en un obstáculo para las corrientes locales, ha atraído a más depredadores y puede ser un posible foco de materiales tóxicos. Por fortuna, los 1.159 neumáticos de coche que hay en su interior no han salido al exterior, lo que habría provocado un efecto mayor. Cada año se vierten al mar miles de contenedores como éste (algunas fuentes estiman que unos 10.000) y muchos de ellos contienen sustancias más peligrosas, como batería so pesticidas, lo que tiene un impacto mucho mayor en el ambiente.
Los científicos creen que las rutas marítimas por las que circulan estos grandes mercantes podrían estar sufriendo un gran impacto ecológico por estos vertidos. Algunos de los efectos, advierten, podrían tardar en aparecer décadas, y debido a sus características pueden tardar siglos en desaparecer.
"Solo hemos empezado a caracterizar el potencial impacto a largo plazo de un solo contenedor en hábitat del fondo del mar", asegura Josi Taylor, líder del estudio. "Aunque los efectos de un solo contenedor pueden parecer pequeños, los miles de contenedores que se pierden cada año en el fondo oceánico podrían terminar convirtiéndose en una fuente importante de contaminación de los ecosistemas del fondo del mar".
Referencia: Deep-sea faunal communities associated with a lost
intermodal shipping container in the Monterey Bay National Marine Sanctuary, CA (Marine
Pollution Bulletin)
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